Aunque usted no lo crea
Opinión

Aunque usted no lo crea

Difícil de creer que un alcalde, privado de la libertad hace un año bajo sindicación de peculado por apropiación, concierto para delinquir, constreñimiento y corrupción al elector, no haya sido revocado del cargo por la ciudadanía a la que se le brindó la oportunidad de darse un  mejor gobierno municipal.

El caso ocurrió este pasado 24 de septiembre en Girardot en donde el alcalde, César Fabián Villalba, recluido en la Cárcel La Picota de Bogotá, seguramente brindó en su celda con champagne el resultado de la votación: 8.574 votos por el SÍ y solo 400 por el NO, en total, 8.974… Para que el referendo pudiera ser avalado se requería un umbral de 19.250 votos válidos, correspondientes al 40% del total de la votación registrada en su respectiva elección del 25/10/15.

Cualquier análisis sociopolítico se enfrenta aquí con interrogantes que no encajan en ninguna lógica: el alcalde fue elegido con un total de 14.225 votos a favor y más de 32.000 en contra de los diferentes contendores que se le enfrentaron, entre ellos, 11.747 votos de José Francisco Lozano; 9.876 de Jairo Beltrán y 8.221 de Jacqueline Trujillo.

¿Por qué, un año después ni siquiera aparecieron en las urnas, votando la revocatoria de Villalba los seguidores de Lozano, su principal contendor? ¿Qué otros elementos pudiera necesitar un elector de mediana responsabilidad ciudadana, que una evidencia tan contundente como la proferida por un juez de la república que le está diciendo que su gobernante es un pícaro?

Todo lo demás que se diga pareciera sobrar, y el hecho explica en sí mismo el fracaso de todas las revocatorias de mandato que se han emprendido en Colombia desde la Constitución del 91, en total 170, de los cuales solo 50 han llegado al lánguido resultado de las urnas donde mueren por abstención crónica o ‘importaculismo político’, un modo grosero para definir lo que un refinado analista llamaría “la indiferencia ciudadana hacia el mundo político”.

A raíz del movimiento por la revocatoria del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, que tampoco irá a ninguna parte, los ‘iluminados’ le proponen al país una nueva reforma electoral que haga más rígida la revocatoria del mandato popular, bajo el argumento de que “eso se está convirtiendo en una retaliación política de los perdedores”. Si así llevamos 26 años y 170 intentos fallidos, ¿cómo será haciendo más rígida la norma?

Dentro de los muchos comentarios que se encuentran en las redes sociales a raíz de este hecho político de Girardot, llama la atención el suscrito en Facebook por  Oscar Manuel, Sargento Mayor del Ejército Nacional de Colombia, que dice: “La gente si es muy hp realizan todo un procedimiento para revocar un alcalde y joden y joden y a la hora del té se quedan callados entonces ya no jodan más”. Y María López, en la misma red, le responde: “Babosa y media ¡¡¡¡¡ qué pérdida de dinero tan grande ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡”.

Pues, cualquiera, frente al caso del alcalde en mención, pierde la batalla en defensa de la participación ciudadana. Si la gente no quiere participar, ni siquiera en casos tan extremos como éste, ¿qué se puede hacer?

Bueno, esta es una auténtica pregunta del millón que encierra un perfecto círculo vicioso: los que están en el poder, no van a hacer nada porque precisamente lo que más los beneficia es la indiferencia ciudadana; y los que pueden cambiar las condiciones, que es la ciudadanía, le importa un culo lo que está pasando.

Bueno, esto mismo dijo, pero con más decencia, Bertolt Brecht: «El peor de los analfabetos, es el político: no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el coste de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. Y es tan burro que se le llena la boca diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos: el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales».

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Fin de folio.- A propósito de la huelga en Avianca: Si el transporte es un servicio público esencial, entonces, tanto los pilotos como la empresa son responsables de los inmensos perjuicios que le están causando a los usuarios.

“Pues, cualquiera, frente al caso del alcalde en mención, pierde la batalla en defensa de la participación ciudadana. Si la gente no quiere participar, ni siquiera en casos tan extremos como éste, ¿qué se puede hacer?”


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Extrategia Medios
Equipo de redacción de Extrategia Medios

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