Terapia de vida, calistenia catarsis del alma

Un deporte que le devolvió la vida a Ariel Bermúdez, un cajiqueño de 50 años, que practica uno de los deportes más exigentes del mundo, no le teme a vivir soñando, le teme a morir durmiendo.

CAJICÁ, CUNDINAMARCA.

No siempre sufrir por amor, representa el final de todo. A veces puede ser el comienzo de una vida mejor. Ariel Bermúdez resiente en sus palabras la razón que lo motivó a practicar una de las vertientes más exigentes y complejas de la cultura fitness, «la calistenia».

Desahogar un desamor puede tener muchos métodos, pero pocos eficaces, la rumba, un tarro de helado o la más común el trago. Pero este hombre de palabras cortantes y determinadas no tomó ese camino “fácil”, su tusa no lo llevó directamente a la calistenia, primero se encontró con el Yoga, fue la forma de catarsis más sana que le permitió reconocer su cuerpo y controlarlo, descubrir esa fuerza no solo mental sino también física, lo impulsó a exigirse más, de ese modo incursionó en el ejercicio de alta complejidad en lugares exteriores, trabajando con el peso de su propio cuerpo, inicio a hacer «trucos» que son básicamente figuras con su cuerpo a través de la fuerza abdominal y de brazos.

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Como aquel apasionado por el cine, como aquel enamorado del ciclismo, Ariel se emociona al hablar de los matices que tiene su disciplina: según la intensidad de fuerza se clasifican en dinámicos; estos comprometen todas las partes del cuerpo para evitar una caída y los estáticos que requieren de la canalización de la fuerza en un punto determinado.

A lo largo de su vida ha pasado por caminos muy rocosos, ha dejado sueños y esfuerzos en el recorrido, pero su edad refleja la tranquilidad de quien se cobija en el sosiego de lo vivido. 50 años de vida no le han impedido forjar más metas, se siente orgulloso de inspirar a muchos jóvenes a practicar su deporte, pero más importante aún de infundirles la importancia de generar un mente estable y consciente.

Recuerda que en algún momento su vida se llenó de limitaciones, esas que crea la mente para encerrarnos en el miedo, pero poco a poco en el trasegar de los años convirtió esos fantasmas en sus más valerosas ventajas.  Ahora escucha a las personas que se detienen a observar sus «Trucos» y no puede evitar pensar que todas ellas reniegan de sus condiciones naturales y no valoran sus oportunidades. vivir la vida es para todo el mundo, la debilidad ésta en la mente.

Desea ser reconocido a nivel nacional, por su esfuerzo a lo largo del tiempo. A demás se siente orgulloso por enfrentarse a los achaques de la edad y sin embargo seguir siendo una inspiración para muchos jóvenes, que cuando pasan cerca al Coliseo de Caiicá, entre calles vacías y vientos silenciosos vislumbran a un hombre que dibuja en su rostro felicidad y tranquilidad por el camino recorrido para llegar hasta ahí.

Se cansó de un mundo con excusas, de personas mayores que se esconden detrás de obligaciones y deberes que al final del día no tienen tanta importancia, que solo les genera estrés y más desgaste físico y emocional. Las limitaciones tienen que ser ventajas.

Su sueño más profundo es lograr que jóvenes y adultos se acerquen a el mudo del deporte para romper esas fronteras que se construyen con la edad. se siente lleno de vitalidad y reconoce que nunca es tarde: «es cuestión de empezar», dice entre risas.

Una tara constante al practicar este deporte ha sido su familia, dado que le dedica la mayor parte de su tiempo a las «barras» y no invierte tanto en el trabajo. Reconoce que necesita aportar, pero su pasión le puede más.

Es veterinario de profesión con más de 25 años de trabajo. Acierta cuando dice que la vida se trata de retos, día a día se esfuerza por ser el mejor, entrena entre dos y cuatro horas. Todo se trata de un balance entre el cuerpo, la alimentación, los hábitos, la mente y el esfuerzo.

Se considera un insistente y perfeccionista, un año y dos meses le costó pararse de manos, su perseverancia lo empecino a lograrlo y se sintió completamente realizado cuando así lo hizo.